Oblique y su mágico Choreomania (2025)
Choeromania, el nuevo trabajo de los barceloneses Oblique
El dúo catalán Oblique, referente indiscutible del synthpop español, regresa con su séptimo álbum de estudio: Choreomania. El título alude al extraño fenómeno medieval de la coreomanía, donde grupos enteros de personas danzaban de forma frenética, incluso hasta colapsar, movidas por algo que parecía más emocional que físico. Esta coreomanía atraviesa su nuevo trabajo de 12 pistas, lanzado el pasado 18 de junio de 2025.
Desde sus inicios, Oblique ha apostado por sintetizadores analógicos, programación meticulosa y la voz carismática de Sonja, moldeando su particular visión musical donde el synthwave y el synthpop se entrelazan con elegancia cinematográfica. En Choreomania encontramos una producción más precisa, más emocional, y a la vez más orientada a la pista de baile.
Disponible en todas las plataformas digitales, Choreomania no solo revalida la trayectoria de Oblique dentro del panorama electrónico nacional, sino que aporta una lectura contemporánea y emocional de las corrientes ochenteras. Con influencias que van de Visage a Kavinsky, de Desire a Depeche Mode, la propuesta de Oblique suena familiar, nostálgica, pero en ningún momento predecible.
El álbum abre con “Breaking Chains” y cierra con “Running Towards The Sun”, dejando en el camino perlas como “Twisted Game”, “Synthetic Youth” o el corte titular, “Choreomania”.
Canción a Canción
1. Breaking Chains
John Carpenter en la pista de baile: un manifiesto de libertad
Choreomania comienza con un golpe firme sobre la mesa. “Breaking Chains” arranca con una intro netamente synthwave, en la línea de las bandas sonoras que John Carpenter podría haber firmado en los 80. Sintes graves, texturas densas y una cadencia que va creciendo en tensión hasta que irrumpe Sonja con su voz cristalina y frontal. Su entrada rompe con la gravedad sonora inicial y aporta esa luz tan característica de Oblique, un brillo que ensancha la canción hacia la pista.
La letra funciona como proclama generacional: una celebración de la autenticidad frente a los disfraces sociales. “No more hiding in the shadows / We just wanna sing our song”. La repetición insistente del estribillo (“We’re breaking chains, no more masks”) convierte el tema en algo más que una canción de apertura; es una introducción ideológica al concepto del álbum. Esta no es una coreomanía vacía: aquí el baile es acto de resistencia.
Hay algo casi himno en su estructura. El tema combina perfectamente la estética retro-futurista con un mensaje directo y emocional que recuerda a los mejores momentos de Parralox o incluso The Human League en clave postmoderna. La producción es limpia, sin estridencias, con capas que se van desplegando con precisión.
El detalle clave: a pesar de su estructura sencilla y su estribillo reiterativo, la canción no cae nunca en lo monótono. El fraseo vocal se refuerza con pequeñas variaciones de producción que aportan dinamismo: sutiles filtros y efectos en los delays que mantiene el interés durante sus 3 minutos y 40 segundos.

2. A Melody In The Pouring Rain
Balada digital bajo la tormenta emocional
“A Melody In The Pouring Rain” es el primer momento de contemplación íntima en Choreomania. Oblique reduce la velocidad sin perder contundencia, entregando una media balada synthwave. El tema fluye como si estuviéramos caminando descalzos por una ciudad mojada de neón.
La estructura instrumental parte de una intro atmosférica, con sintetizadores que replican el rumor de una lluvia constante. Hay algo de poesía urbana en la letra, una historia que dibuja a una figura femenina rota y resiliente a la vez, que camina entre el caos como una melodía sobreviviente: “She’s an open field, where storms collide / But she dances like a wild one”.
La metáfora de “paper wings” (alas de papel) aparece varias veces en el estribillo, reforzando esa idea de vulnerabilidad que, sin embargo, se sostiene en el aire con elegancia. Es un recurso lírico eficaz, porque huye del dramatismo fácil para abrazar la ambigüedad: hay belleza en no ser indestructible.
Desde el punto de vista sonoro, el tema juega con el minimalismo sin perder riqueza: sintetizadores y pads suaves, algún arpegio discreto en segundo plano y una base rítmica apenas sugerida.
Funciona como contraste perfecto tras la apertura poderosa del disco, y también como primer aviso de que Choreomania no será solo baile y catarsis colectiva, sino también de introspección.
3. Twisted Game
El temazo: tormentas sentimentales y arquitectura synthpop
Si hubiera que elegir un himno para encapsular el espíritu de Choreomania, ese sería “Twisted Game”. Este es el pico emocional y melódico del disco, una canción que encajaría perfectamente en el gran capítulo de Black Mirror, San Junipero.
Desde el primer compás, el tema se presenta como un clásico instantáneo del synthpop, con una línea melódica impecable, sintetizadores de paleta ochentera y una producción que da su espacio a cada elemento. La voz de Sonja, una vez más, se sitúa en el centro emocional del relato.
La letra es puro desencanto en clave electrónica. “Your love was a twisted game” es un veredicto claro. La canción dibuja una relación donde todo parecía pasión, pero era un campo de batalla emocional. Las metáforas climáticas (“You were the storm and I was the rain”, “We were the ones in a hurricane”) funcionan porque están bien dosificadas y se integran con el carácter sonoro del tema. Aquí el amor es un fenómeno meteorológico devastador: romántico, peligroso y al final, liberador.
Destaca también el puente, con ese “Now I see through your disguise”, donde la estructura se abre y se vuelve casi teatral, rozando lo new romantic sin perder el control. Es un momento de transición brillante que aporta aire antes de volver al estribillo final, más potente aún por acumulación emocional.
Los sintes de González, el arquitecto sonoro de Obliques aporta un equilibrio magistral entre las capas: bajos profundos, leads agudos que se filtran como cuchillas brillantes y un fondo de pads que dan ese efecto de espacio comprimido.
Sin duda, un tema que funciona en todos los niveles: bailable, pegadizo, líricamente afilado. En directo, este debería ser de los que rompe con todo.
4. XXXOOOXXX
Interludio instrumental: VHS, neón y synths en estado puro
“XXXOOOXXX” no necesita una sola palabra para comunicar lo que lleva dentro. Con sus apenas 1 minuto y 54 segundos, esta pista instrumental funciona como puente sonoro y conceptual, sumergiéndonos por completo en lo que podría ser el pasaje perdido de una película de ciencia ficción de los 80. No importa si esa película fue un éxito de culto o un subproducto directo a VHS: en aquellos años, toda película tenía una banda sonora impecable, y este tema sería parte de una de ellas.
5. Synthetic Youth
Rebelión binaria sobre dos ruedas
Tras el breve paréntesis instrumental de “XXXOOOXXX”, Choreomania sube las revoluciones sin mirar atrás. “Synthetic Youth” entra como una escena de persecución en BMX por las playas de Los Ángeles. Es el tema que mejor encapsula esa sensación de movimiento constante.
El beat se acelera con una estructura rítmica directa y efectiva, casi de arcade: hay un groove marcado por bajos redondos, arpegios chispeantes. Suena a videojuego vintage pero con una producción actualizada y limpia.
Líricamente, se convierte en himno generacional digital: “Synthetic youth, we’re alive / In this paradise, we will survive” es a la vez consigna de empoderamiento y reflexión sobre la identidad posthumana. Todo en el tema respira esa tensión entre lo virtual y lo humano, lo programado y lo espontáneo.
La voz de Sonja en este corte se vuelve más rítmica, casi percutiva por momentos, jugando con los acentos para acompañar la cadencia de la base electrónica.
“Synthetic Youth” es un grito de vida dentro del colapso, un lugar seguro en el caos codificado. Es el tipo de canción que podría sonar mientras escapas de una realidad que no te entiende, pedaleando bajo farolas de neón y estrellas falsas, sabiendo que sobrevivir es, a veces, cuestión de ritmo.

6. Choreomania
Fiebre rítmica en la ciudad del delirio
La columna vertebral del álbum comparte título con esta pieza synthpop cristalina y contagiosa, una de las más efectivas de todo el repertorio. “Choreomania” es el tipo de canción que te obliga a moverte aunque no quieras.
Desde el primer segundo, la producción es nítida y luminosa. Todo en la mezcla respira —hay espacio para los detalles, para cada subtono y para la interpretación vocal de Sonja.
La letra traduce la idea medieval de la plaga danzante a un contexto moderno de descontrol emocional colectivo. “Dancing through chaos / Swept off my feet / Losing my mind / Can’t avoid this beat” funciona casi como un mantra technoexistencial.
Musicalmente, hay reminiscencias al synthpop europeo de los 2000s (piensa en Client o Marsheaux), pero sin sonar derivativo.
7. Day One
El reinicio: loops, niebla y redención synthwave
Tras el frenesí rítmico el álbum desacelera con “Day One”, un tema que retoma el pulso del synthwave más introspectivo, ese que funciona como banda sonora de una autopista vacía al amanecer.
Oblique abraza de lleno la estética del loop emocional: frases mínimas y estructuras sencillas. “I’ll take a step / Into the unknown / Come what may / I’ll find my home” se repite como una voz cansada, como si caminar hacia adelante fuera menos un acto de valentía y más una necesidad fisiológica.
El uso de sintetizadores aquí es puro homenaje a los 80 más melancólicos, con capas difusas, pads largos y líneas rítmicas discretas.
Vocalmente, Sonja adopta un tono más resignado, más lineal. Su interpretación encaja a la perfección con la idea del reinicio emocional.
8. Moon Child
Hijos de la luna y del sintetizador: manifiesto místico en clave synthwave
“Moon Child” extiende la línea más contenida que comenzó con “Day One”. Oblique baja de nuevo las pulsaciones, pero esta vez para mirar al cielo, buscar respuestas en las estrellas y rendir homenaje a esos espíritus independientes que desafían la lógica del mundo desde su nacimiento.
La estructura es minimalista. La producción recurre otra vez al sonido synthwave más introspectivo: pads amplios, bases suaves, una línea melódica sencilla y un uso muy eficaz de silencios y espacios.
La voz de Sonja aquí suena especialmente íntima. El “Moon Child” del título se presenta como figura alegórica, como arquetipo: alguien que no encaja, que siente más de lo que se ve, pero que está llamado a inspirar, romper moldes, electrificar.
Hacia el final, el estribillo (“Someday all of us will leave the darkness behind”) se repite como si se tratase de un conjuro colectivo. El tema se convierte así en canto de esperanza, pero sin caer en el optimismo ingenuo.
9. Everything Has An End
Despedidas digitales
“Everything Has An End” prolonga la calma iniciada con “Day One” y “Moon Child”, pero introduce un nuevo color en la paleta sonora del álbum: una guitarra suave, limpia y melancólica que se desliza sobre los sintetizadores como una línea de luz que aparece justo al final del túnel. Es un detalle simple, pero con un peso emocional importante: la presencia de un instrumento más “humano” en medio de lo electrónico refuerza la idea de memoria, de cierre, de fragilidad.
Todo fluye con melodías circulares, estructura relajada y tempo pausado, como si se tratara de un suspiro hecho canción.
La letra es directa, sin ornamentos ni simbolismos excesivos: “Everything has an end, an end, an end” se repite como una aceptación resignada, la conciencia de que todo ciclo termina. Las estaciones caen, el sol se pone, la canción se va. Pero el recuerdo —como bien señala el verso— “in a song, memories will always last”, permanece.
La voz de Sonja se mantiene en un registro más cálido, íntimo. No hay quiebres ni explosiones vocales: solo una línea melódica que se sostiene con suavidad.
Este tema marca la transición hacia la recta final del disco. Y lo hace con una madurez que demuestra que Oblique no necesita recurrir siempre al beat ni al brillo para conectar.
10. Cosmic Dreams
Pop espacial sin complicaciones: dulzura entre nebulosas
“Cosmic Dreams” se presenta como el corte más popero y accesible del álbum, un pequeño desvío estilístico que, aunque no alcanza la profundidad lírica o emocional de otros temas, aporta ligereza y luminosidad en la recta final del viaje.
Con una estructura simple y una letra que juega con imágenes cósmicas sin demasiada complejidad, el tema apuesta por la repetición como recurso melódico y rítmico: “We are chasing cosmic dreams / Exploring galaxies” se repite como un estribillo efectivo, aunque algo plano en comparación con otros momentos del disco.
Si bien no es de los cortes más memorables del álbum, cumple su función como transición lúdica, y puede que para oyentes nuevos sea uno de los primeros temas en engancharlos por su tono amable y su producción sin complicaciones. Para fans más veteranos, puede parecer una pieza menor, pero dentro del flujo del disco puede tener sentido como pausa melódica.
11. Manon
Instrumental emocional con alma de arpegio
“Manon”, penúltima pieza de Choreomania, es un instrumental breve pero potentísimo, que en solo 1 minuto y 39 segundos. A diferencia del también instrumental “XXXOOOXXX”, aquí no hay guiño a lo retro ni estética VHS: lo que tenemos es una pieza emocionalmente cruda, con una base arpegiada brillante y persistente.
Sin duda, una de las joyas ocultas del álbum. Uno de esos temas que los oyentes más atentos rescatarán y volverán a escuchar en bucle, como quien revisita una foto antigua en silencio. Una muestra de que Oblique sabe muy bien cómo manejar los silencios, los espacios y los momentos de pausa emocional sin renunciar al lenguaje de los sintetizadores.
12. Running Towards The Sun
El final perfecto: redención synthwave en clave californiana
“Running Towards The Sun” pone el broche de oro a Choreomania con un himno de cierre. Es uno de esos temas que podrían sonar perfectamente en la última escena con los protagonistas alejándose en coche por la autopista, el sol cayendo y las heridas ya cerradas.
Oblique elige cerrar su disco con un regreso al synthwave emocional más clásico: percusión digital de medio tempo, sintetizadores cálidos, líneas melódicas envolventes y una producción que brilla por lo cuidada. Aquí todo está calibrado para transmitir esperanza sin caer en la sensiblería. El tono es afirmativo, pero no triunfalista; más bien íntimo, como una victoria personal susurrada al viento.
La letra narra una historia de resurgimiento: “I hit rock bottom once / But I only go up now” no necesita metáforas. Cuando canta “There is no pain inside / I finally won the fight”, no solo se refiere a un personaje: es el eco de todo el viaje emocional del álbum.
Musicalmente, “Running Towards The Sun” tiene ese brillo nostálgico que remite de forma directa al universo visual donde el synthwave es un lenguaje emocional.
“Running towards the sun” es una frase que cierra el círculo, que da sentido a todo lo vivido en los once temas anteriores.
Como cierre de álbum, es simplemente impecable: no necesita grandes fuegos artificiales, porque el viaje emocional ya está hecho. Solo queda avanzar, sin pedir permiso, hacia el sol.
🎧 Conclusión general
Con Choreomania, Oblique entrega uno de sus trabajos más sólidos y cohesionados hasta la fecha. Un disco donde cada pista cumple un propósito, donde hay narrativa emocional, producción pulida y momentos tanto de euforia como de calma. Desde el grito de liberación de “Breaking Chains” hasta la redención final de “Running Towards The Sun”, el álbum es un viaje completo, como ciclo emocional cerrado con mimo.
🗳️ Participa: ¿Cuál es tu momento favorito de Choreomania?
Oblique nos ha dejado un álbum lleno de matices, desde himnos bailables hasta confesiones digitales en clave synthwave. Queremos saber qué te ha resonado más.
🖤 Elige tu track favorito:
- “Breaking Chains” – El inicio liberador
- “A Melody In The Pouring Rain” – Nostalgia bajo la lluvia
- “Twisted Game” – La tormenta emocional definitiva
- “Choreomania” – El ritual bailable
- “Running Towards The Sun” – Redención al final del viaje
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