Autor: Fer

En resumen, The Mission ofreció un concierto impresionante en la Sala Razzmatazz, con una energía y potencia que logró contagiar a todos los asistentes. La combinación perfecta entre los teloneros y la banda principal creó una noche inolvidable, y un recordatorio de por qué The Mission sigue siendo The Mission.

Si la RAE tuviera una definición para «Puto Amo», seguramente vendría acompañado de una foto de este hombre, incombustible a sus 75 años. Setenta y cinco! Que energía, que voz…vale, los movimientos eran un poco Escobator, pero la sensación de «lo doy todo que puede ser mi última noche» estuvo ahí y nos contagió a los presentes, que lo vivimos de la misma manera que él.

Son más de 40 años los que llevan guerreando Jim Kerr y Charlie Burchill al frente de los Simple Minds. Cuarenta años dan para mucho, si bien su década gloriosa fueron en los años ochentas, donde su carrera era muy similar a la de U2. Fue a mitad de los 90s y principios de los 2000 fuera por el motivo que fuera que pasaron a un segundo o tercer plano de la industria musical.

Sonido muy muy potente (ayuda la elección de la sala), se nota que a Sergio le gusta estar en el escenario, como si Dave Gahan estuviera presente, nos hizo estar constantemente en movimiento. Muy bueno este último disco «Post», muy buenas guitarras, muy buenas líneas de bajo y unos teclados que le dan ese «noseque» a cada tema.

Escenario sencillo, distribución habitual, apertura a lo grande con uno de sus mejores temas, «Farewell to the Fairground», público en el bolsillo desde el minuto uno. Todo lo que vino después, incluyendo los nuevos temas, fueron recibidos con los brazos abiertos. Un setlist de hora y media, muy bien preparado, compacto, alternando hits y canciones recientes en el momento indicado.

Frescura, así podemos calificar su música, alegre, me asemejan a bandas actuales como Actors o Empathy Test, pero sin dejar de mirar atrás a las raíces del synthpop de New Order o Numan. Sin duda, un grupo para tener en cuenta y no perderle la vista.